No te rindas.
No renuncies.
No dejes las cosas a medio terminar.
Persevera.
Insiste.
Continúa.
Llega hasta el final.
Resistir, persistir y nunca desistir.
Para atrás ni para tomar impulso.
Si ya empezaste, termínalo.
¿Te son familiares estos mensajes? De seguro que sí. Y bueno, son verdad. La perseverancia es una virtud que debemos desarrollar. Por lo tanto, debemos desafiar nuestros propios límites y atrevernos a ir un poco más allá, disciplinarnos, esforzarnos y no dejarnos vencer por cualquier tropiezo, fracaso o adversidad.
Pero hay que tener mucho cuidado con generalizar. Todo lo anterior es cierto pero no aplica para todos los casos. Hay ocasiones en la vida en las que el mejor consejo que alguien podría darte es: renuncia.
Quiero hacer un alto aquí, porque mencioné el tema de pedir un consejo. A veces, tomar una decisión semejante requiere de alguien que te ayude a ver y cuestionar lo que no estás pudiendo ver y cuestionar de ti mismo. Un mentor que ya conozca tu historia, un psicólogo objetivo o un consejero maduro pueden ser de mucha ayuda. Sabrás que es el indicado si le muestras este blog y concuerda conmigo!!
Ahora sí, continuemos. El problema es que no lidiamos fácilmente con la idea de desistir, principalmente porque hay voces a nuestro alrededor que opinan sobre nosotros y nos hacen creer que renunciar siempre está mal. Como ya te lo dije en un párrafo anterior, a veces está bien detenerse, analizar la situación de cara al propósito de vida y la capacidad de pago y cambiar de rumbo.
Habrás notado dos cosas: propósito de vida y capacidad de pago. Déjame que te explique.
El propósito de vida debe ser el primer filtro a través del cual evalúes todo lo que haces. Si sabes para dónde vas sabrás también que no cualquier camino te sirve, no importa lo lindo o placentero que se vea. Si no te lleva a donde quieres, no lo tomes. Ahí es donde renunciar adquiere sentido.
A veces te das cuenta que en algún momento del camino tomaste la decisión que te tiene donde estás y que si pudieras devolver el tiempo la tomarías diferente. No puedes devolver el tiempo pero tú sí te puedes devolver…o al menos, tomar otro camino.
Si estás haciendo algo y no quieres desistir solo por terminarlo es como haber tomado una dirección equivocada en carretera y esperar a llegar hasta el final para devolverte. Lo más sensato (y es lo que hacemos cuando tomamos un camino equivocado) es llegar al retorno más cercano para tomar el rumbo correcto. ¿Ya ves como sí nos parece inteligente devolvernos o renunciar algunas veces…? Todos lo hemos hecho.
El otro aspecto es la capacidad de pago. Con esto me refiero al costo que estás pagando por mantenerte sin devolverte, rendirte o renunciar. El costo es a veces financiero, casi siempre familiar y todo el tiempo emocional.
El desgaste se siente y se sufre y necesitas ser muy consiente de tus recursos para saber cuánto más podrás soportar sin empezar a tener pérdidas.
Un caso que ha traído este tema al escenario mundial es la reciente renuncia de Simone Biles, gimnasta insigne de los Estados Unidos, a competir en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (2021), argumentando que esa decisión se debía a motivos de salud mental.
Pocos tienen la valentía de correr el riesgo de tomar una decisión así pero solo quien vive su historia sabe los demonios con los que lucha.
¿Dejar algo sin terminar está bien? La respuesta es sí, algunas veces, pero no, otras veces. Como he dicho antes en broma, refiriéndome a los consejos rápidos que suele pedirle la gente a uno cuando descubre que es psicólogo: la respuesta no es la misma para todos porque cada caso es distinto.
Lo que debes considerar es si tus recursos emocionales están aumentando o deteriorándose a causa de lo que estás haciendo. Esto nos hace plantearnos la misma paradoja todo el tiempo: soy cobarde por rendirme o soy valiente por la misma razón…
Algo que puede ayudarte a aclararlo es si estás huyendo para no enfrentar una situación o si ya enfrentaste pero descubriste que no es una pelea que necesitas pelear. En el primer caso deberías persistir, en el segundo lo mejor es la retirada.
Creo que si puntualizamos, a modo de lista para el autoanálisis, las preguntas para ayudarte a descubrir si debes rendirte o no pueden ser estas:
1. ¿Cuánto te preocupa la opinión de la gente? ¿Si la gente no pudiera opinar, qué decidirías?
2. ¿Has hecho todo a tu alcance para perseverar: esfuerzo, disciplina, pedir ayuda, aprender algo?
3. ¿Estás seguro de que no se trata de pereza, falta de motivación o distracción?
4. ¿Cómo contribuye lo que estoy haciendo a mi propósito de vida?
5. ¿Si renuncio dejaría de cumplir mis metas?
6. ¿Mantenerme haciendo lo mismo se debe a un tema de orgullo, un capricho o el cumplimiento de una promesa?
7. ¿Estoy perdiendo los esenciales de mi vida: familia, amigos verdaderos, dignidad, identidad?
No son preguntas fáciles, lo sé, tampoco es una decisión fácil, por lo tanto no la tomes a la ligera. Pero empieza el proceso de decidir lo antes posible. ¿Ya te diste cuenta que la decisión puede ser un proceso?
Los procesos toman tiempo. No demasiado, no debes demorarte; pero debes tomarte el tiempo suficiente para decidir correctamente. Solo así podrás soportar las consecuencias de tu decisión, principalmente las voces de quienes opinan sin saber o juzgan más allá de su realidad sin conocer la tuya.
Eso sí, sácate de la cabeza esa idea de que renunciar está mal. Cambia tu paradigma. Desistir puede ser un acto de valentía.
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