El éxito se conquista en equipo. Sea el equipo con el que trabajas, los socios con quienes emprendes un negocio, el equipo con el que entrenas, los mentores con quienes te asesoras o la familia con la que convives. Nadie llega al éxito solo, aunque uno solo llega a la meta.
Todo triunfo es colectivo. En el escenario están los actores que saben representar papeles pero tras bambalinas están los trabajadores silenciosos y los colaboradores invisibles.
Se siente bien ganar aunque ganar no significa todo el tiempo llevarse el crédito. Sin embargo, cuando el equipo está consolidado, cuando se avanza hacia un mismo objetivo, cuando hay compromiso de todos los involucrados y se comparte el éxito, entonces se gana en equipo.
Aquí podemos recordar la famosa frase de las exageradas películas de Rápidos y furiosos: “No tengo amigos, tengo familia”. En efecto, la familia es el mejor equipo para ganar. La familia es el modelo ideal para cualquier equipo.
Si pensamos en niveles diríamos que el nivel más básico de organización es el grupo, en el siguiente escalón está el equipo (no es lo mismo un grupo que un equipo) y en la cúspide de la pirámide está la familia.
Muchas veces los grupos no resultan bien, no por eso debemos renunciar a ellos.
Muchas veces los equipos no operan bien, no por eso debemos renunciar a ellos.
Muchas veces las familias no se complementan bien, no por eso debemos renunciar a ellas.
Ganar en familia es ganar de verdad. En familia el triunfo sabe más. Así, cuando uno en la familia gana, todos ganan. Cuando uno en la familia fracasa, todos aprenden. Por la familia hacemos más que por cualquier otra organización de personas:
Por la familia estamos dispuestos a hacer sacrificios que no haríamos por otros.
Por la familia corremos riesgos que no correríamos por nadie más.
Por la familia reestructuramos las actividades y encontramos el tiempo que no hay para nadie más.
Por la familia nos atrevemos a hacer cambios que no aceptaríamos por nadie más.
La familia es nuestra sangre, pero también es quienes escogemos para que caminen con nosotros. Son a quienes adoptamos como familia y con quienes nos comprometemos.
La próxima vez que veas a alguien triunfando alégrate, no solo por él sino también por los que estuvieron detrás del éxito y, aún más importante, la próxima vez que tengas éxito, reconócele a tu familia lo que ha hecho para que lo lograras.
Si recién terminaste un año académico, si escribiste un libro, si compusiste una canción, si te aprobaron un proyecto o alcanzaste un nuevo récord de ventas, si iniciaste un emprendimiento o tomaste la mejor fotografía, si duplicaste tus ingresos o creaste una nueva receta, si pagaste una deuda u obtuviste un nuevo título, si ganaste en algo…recuerda y agradece; reconoce a quienes te impulsaron o te soportaron, a quienes cedieron su tiempo o te sumaron ideas, a quienes te aconsejaron o al menos te dieron un hombro para desahogarte.
Reconoce.
Reconoce.
Reconoce.
Aprende a triunfar en familia para que sepas cómo ganar en familia y entonces sabrás el valor de celebrar en familia.
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