No sabemos vivir. Apenas estamos aprendiendo. Creemos que vivimos pero en verdad, muchas veces, tan solo sobrevivimos. Estamos hechos para la vida pero no sabemos vivirla. Nos toma tiempo aprender. A veces nos toma toda la vida. Pero “toda la vida” es un concepto relativo. ¿Cuánto es “toda la vida”? Algunos lo plantearán en años, otros en meses, otros no tendrán tiempo.
La vida es lo que tenemos ahora, sumado a lo que tuvimos antes. Ni el pasado ni el presente nos garantizan el futuro. Lo que puede ser no existe. Y si existe solo es en función de que llegue, no de que lo esperemos. Porque ese es el problema, esperamos demasiado. Esperamos que llegue una vida que no está garantizada y mientras tanto nos cruzamos de brazos desperdiciando la vida que sí tenemos.
Aprender a vivir es lo que tenemos hoy, no lo que nos falta para mañana. Lo único que sobra de la vida es lo que la mata: el rencor, el temor, las ideas limitantes, la auto desaprobación, el orgullo, las divisiones, los celos, las falsas expectativas, las quejas. Todo eso sobra, generalmente del ayer, pero lo comemos como el alimento que ponemos sobre la mesa antes de salir de casa.
Aprender a vivir es lo que tenemos hoy. Eso que nos hace únicos, aun si se trata de una enfermedad o un problema. Vivir es superar el día a día sin importar lo que pueda pasar mañana porque la lucha hay que emprenderla hoy con lo que tenemos; si nos queda algo de fuerza, si tenemos algo de voluntad, si guardamos algo de fe. Lo usamos aun sintiendo que se gasta porque con el tiempo entendemos que el uso no desgasta las virtudes, más bien las afina.
Aprendemos a vivir cuando nos comparamos solo con nosotros mismos, cuando alcanzamos el éxito según las metas propias y no las de otros, cuando aspiramos a descubrir nuestra identidad y la potenciamos no importa si deja de cumplir con los estándares de la sociedad. Aprendes a vivir siendo tú mismo. Administrando tu tiempo (no dejando que otros te hagan desperdiciarlo), siguiendo tus sueños (no solo los de otros) y enfocándote en tu propósito (no solo en los de otros).
He dedicado los últimos años de mi vida a aprender a vivir. He vivido muchos años ya, pero no siempre siendo consciente de cómo vivir. Me he sometido como mi propio ratón de laboratorio para descubrir si tengo la capacidad de vivir. Y siento que lo estoy logrando. Supongo que me falta mucho camino por recorrer (si es que despierto mañana) pero estoy esforzándome por hacer que cada hora valga.
Mi esposa dice que soy un papá entre pañales pues dejé mi trabajo “formal” para emprender por mi cuenta y eso incluyen muchas horas dedicadas a mi familia. ¿Es eso perder el tiempo? Más bien he aprendido que lo que puedo vivir con mi familia es lo que tengo hoy. Una sonrisa de Matías o una caricia de Patty pueden ser el mejor pago que reciba durante el día.
Estoy aprendiendo a vivir. Como parte de mi experimento escribí un libro y después de hacerlo me he esforzado por vivirlo. No que antes no lo hiciera sino que empecé a vivirlo con mayor compromiso. ¡Y lo estoy logrando! Entre pruebas y errores cuido mi salud, fortalezco mi mente, hago oración, leo para crecer, me enfrento a mis temores, descubro mi propósito y me libero de la codependencia. Entre otros tantos ajustes que estoy haciendo constantemente, un día a la vez y siempre elevando una expresión de gratitud al Dios de los cielos que me permite vivir un día más.
No escribo como el experto en la vida pero sí como el sujeto todavía en experimentación, que va descubriendo la vida mientras aprende a vivirla. Para eso es justamente este blog, para compartir los avances y las lecciones que la vida me da siendo un aprendiz inexperto pero curioso. Con libreta en mano anoto los principios que pueden ayudarnos, como seres humanos, a vivir en esta tierra.
He descubierto que mi propósito no es vivir para mí así que no me gastaré mis tesoros de aprendizaje en mi propio egoísmo, quiero compartirlos y de hecho, quiero aprender de otros. Porque al fin de cuentas estamos todos en el mismo barco llamado planeta tierra y nos dirigimos a un destino que va más allá de nuestra propia vida. Hoy estamos, mañana no estaremos y la vida en la tierra continúa. Continúa sin ti y sin mí, pero algo de nosotros queda sembrado en la vida de otros. Lo mejor que pueda aprender lo debo enseñar para que otros vivan mejor que yo.
Sé que no es un libro fácil, está diseñado para ser un acompañante en el proceso de aprender a vivir. Muchas veces nos han dicho que “para atrás ni para tomar impulso” pero no comparto la idea. Muchas veces en la vida se necesita dar un paso atrás, reconsiderar, desempolvar el propósito y empezar de nuevo. Eso es vivir. He aprendido que de eso se trata la vida. Es un constante movimiento, cambios, ajustes y aprendizajes. Ánimo con la lectura, sé que será de provecho. Hay que utilizar el libro como herramienta, leerlo con calma y detenerse cuantas veces sea necesario. Un abrazo.
Actualmente estoy leyendo tu libro. Lo retomé el día de ayer. No me ha sido fácil digerirlo. Me detengo mucho y me planteo muchas preguntas. Ayer sentí que ciertas frases me golpearon y aunque entiendo que todo es un proceso, a veces siento no avanzar. ¿Está bien retroceder en el proceso de aprender a vivir una vida épica? De ante mano, gracias. El libro es simplemente genial.